Desde la Diócesis nos remiten el escrito del misionero José Luis Calvo, quien tras dos meses de descanso aquí, regresa a la misión. Adjuntamos algunas fotos remitdas por el mismo.
DE VUELTA A LA
MISION DE PERU
Los
dos meses de descanso, de cambiar de aires, de recargar pilas, en
España tocan a su fin y en unos días estaré de nuevo en Perú, en
la misión en la diócesis de Lurin-Lima Sur, en los cerros de los
asentamientos humanos de El Paraiso, Manantial, Valle Alto, 30 de
Agosto, Villa Unión, Japón… Allí me volveré a reencontrar con
los rostros de tantas personas que sufren en el cuerpo y en el
espíritu y cuyas necesidades me sobrepasan pero sé que a través de
mis manos ungidas para celebrar la Eucaristia, puede llegar a ellos
la unción de Dios contagiándolos del evangelio de la alegría y la
esperanza como nos pide el Papa Francisco. Doy gracias a Dios por
poder disponer de estos dos meses que los necesitaba para no caer en
el estrés, cansancio, la desilusión y la pérdida de esperanza ante
tantos problemas. He tenido tiempo para todo: saludar a la familia y
los amigos, descansar, leer, rezar, participar en las fiestas de mi
pueblo y de las parroquias donde he estado, viajar…
Siempre
en vacaciones intento hacer algún viaje conjugando mis dos pasiones:
conocer nuevos pueblos o ciudades y sus monumentos más importantes y
hacer rutas de senderismo en la sierra o la montaña. Las dos cosas
me ayudan a descansar, a relajarme, a oxigenarme y ver la realidad
con una mirada nueva. Normalmente escojo rutas de senderismo que
terminan en alguna catarata (en verano es España las cataratas se
quedan en simples chorreras como asi me sucedió en Segovia) alguna
laguna (este año ha sido la laguna negra en Soria) o alguna montaña
como el pico de Peñalara en la sierra de Guadarrama de Madrid. Andar
por la montaña, entre piedras, arboles, vegetación, ríos es algo
que me ha gustado siempre y que lo necesito de vez en cuando. La
montaña es el lugar bíblico por excelencia del encuentro con Dios
de los grandes personajes del A.T: Abraham, Moisés, Elías y de
Jesús y los apóstoles en el N.T. En el camino de subida, tantas
veces duro y difícil, el cansancio lleva a la tentación de
abandonarlo, de volverse atrás, pero también con el gozo de
contemplar paisajes donde se puede ver lar maravillas que Dios ha
creado y sobre todo pensar en lo que te espera al final del camino te
llena de fuerza, de esperanza, de ánimo para seguir adelante porque
sabes que al final merece la pena todo el esfuerzo y sacrificio. La
llegada a un cerro, sierra, montaña, lago, catarata, invita al
encuentro con Dios en el silencio, en la oración. Aquí comprendes
porque Jesús se solía retirar a menudo a la montaña para orar,
para encontrarse con el Padre. La subida a la montaña es lo más
parecido que veo con la vida cristiana, con el seguimiento de Cristo.
Un camino de esfuerzos, de sacrificios, de dificultades pero también
de alegrías y esperanzas porque vamos recorriendo el camino de
Cristo y con Cristo porque él va siempre a nuestro lado y porque
sabemos que al final todo terminará bien como termino el camino de
Jesús: la gloria, la vida, la resurrección.
Decía
antes que una de mis aficiones es visitar algún pueblo o ciudad que
no conozco, recorrer sus calles, visitar sus monumentos. A veces
también voy a lugares conocidos pero que siempre descubro algún
rincón en el que no me había detenido (como me suele ocurrir en
Salamanca o Sevilla dos de las ciudades por las que me encanta
pasear). Los castillos y palacios, las iglesias y catedrales son mis
sitios favoritos para descubrir la grandeza de Dios y del trabajo de
los hombres a lo largo de los siglos. En las iglesias y catedrales me
atraen sobre todo aquellas que tienen vidrieras. No siempre se
encuentra uno con las vidrieras de la catedral de León que es algo
maravilloso pero siempre hay alguna catedral o iglesia que tiene
alguna vidriera preciosa. Una vez un niño visitaba con su madre una
iglesia grande, alta con grandes vidrieras que le llamaron enseguida
su atención y señalando hacia ellas le pregunto que era aquello. La
madre le dijo que eran santos a través de los cuales pasaba la luz
de Dios. Cuando el niño fue a catequesis de primera comunión y el
cura pregunto si alguien sabia que eran los santos, este niño
levanto enseguida la mano y le respondió: los santos son aquellos
que están muy alto, cerca del cielo y dejan pasar la luz de Dios y
la hacen muy bonita. El cura se quedo asombrado con la respuesta del
niño y se lo dijo a la madre la cual le explico de donde había
sacado el niño esa respuesta, de las vidrieras de la iglesia con
imágenes de santos. Las vidrieras de las iglesias son toda una
catequesis bíblica y de la vida de los santos atrayente por sus
colores y por la luz que pasa a través de ellos que nos enseñan sin
palabras quienes son los santos, los que reflejan mejor en su vida la
vida de Jesús. Son aquellos que como nos dice el Papa Francisco en
la Evangelii Gaudium: “se han encontrado con Cristo, se han llenado
de su espíritu y anuncian la buena notica del evangelio no sólo con
palabras, sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la
presencia de Dios” (EG nº 259).
En
estos días he tenido la suerte de participar en un encuentro de
misioneros y familiares de las diócesis de Salamanca y Ciudad
Rodrigo. En la misa presidida por el obispo de Ciudad Rodrigo,
Monseñor Raúl Berzosa nos hablo de San Francisco de Asis. Este año
se cumplen 800 años de su paso por Ciudad Rodrigo a la vuelta de su
peregrinación a Santiago de Compostela, en 1214 y cuando quería
dirigirse al norte de África a evangelizar a los moros. (Para los
que puedan acercarse a Ciudad Rodrigo no se pierdan la exposición
sobre San Francisco en la capilla del seminario diocesano). Cuando
paso por Ciudad Rodrigo estaban construyendo la catedral y un
escultor hizo una imagen de piedra que se conserva en la catedral. La
característica de esta imagen es que tiene la boca muy pequeña y
las orejas muy grandes. La explicación del escultor es que él había
visto en San Francisco una persona que hablaba poco y escuchaba mucho
a Dios y a los hombres. Nos decía Monseñor Raúl Brezaos que el
misionero tiene que tener dos oídos bien grandes para escuchar a
Dios y a los hombres y solo después hablar, más que con palabras
con su vida. El Papa Francisco en la Evangelii Gaudium nos dice que:
“la iglesia necesita evangelizadores con Espiritu, evangelizadores
que se abran sin temor a la acción del Espiritu Santo.
Evangelizadores que se apoyen en la oración sin la cual toda acción
corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de
alma.” (EG nº 259). Después de escuchar a Dios el evangelizador
tiene que tener el otro oído en la escucha de los hombres. Por eso
insiste el Papa Francisco en que “el evangelizador necesita también
poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles
necesitan escuchar. Un evangelizador es un contemplativo de la
Palabra y también un contemplativo del pueblo. De esa manera
descubre las aspiraciones, riquezas y los límites del pueblo
concreto con sus signos y símbolos y respondiendo a las cuestiones
que plantea”. (EG nº 154).
Como
nos dice también el Papa Francisco:” basta recorrer las Escrituras
para descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor de los
pobres: he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado
su clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado
para librarlo. Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando nosotros
somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa
fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto, porque ese pobre
clamaría al Señor contra ti y tú te cargarías con un pecado”
(EG nº 187).
En
unos días dejo atrás los rostros de muchas personas, familiares,
amigos, antiguos feligreses de las parroquias donde he estado. Dejo
atrás momentos de gozo, de felicidad. En algún momento alguien me
ha dicho que porque me voy con lo bien que estoy aquí. Es verdad que
he estado muy bien durante estos dos meses pero el Señor me quiere
allá, en otro lugar donde no tendré alguna de estas cosas que he
disfrutado aquí pero a cambio el señor me dará otras alegrías.
Gracias a Dios por darme salud para continuar en la misión. Gracias
a todos los familiares, amigos y antiguos feligreses que tanto cariño
me han mostrado estos días y que se que van a seguir estando a mi
lado en la distancia. Gracias a mi diócesis de Asidonia-Jerez y en
concreto a mi obispo Monseñor José Mazuelos por su apoyo. Y gracias
a mi diócesis de acogida, la diócesis de Lurin-Lima Sur y a su
obispo Monseñor Carlos García Camader que me acogen. Sólo le pido
a Dios que haga de mi una vidriera que deja pasar su luz haciéndola
atractiva para la gente necesitada de él que pone en mi camino y que
tenga los oídos bien abiertos para escucharle a él y escuchar a ese
pueblo al que él me envía: Los asentamientos de El paraiso,
Manantial, Valle Alto, 30 de Agosto, Villa Unión, Japón…en los
pueblos jóvenes del cono sur de Lima, allí donde el papa San Juan
Pablo II grito: “hambre de Dios si, hambre de pan no”.
P.
José Luis Calvo Vicente. Misionero en Perú El
Cubo de Don Sancho. Salamanca. España.
17 de Agosto 2014
También desde la Diócesis nos remiten una nota de prensa y fotos del curso de formación de scouts
andaluces que ha tenido lugar en Jerez.
Los
scouts católicos andaluces celebran en Jerez su curso Ictus de
formación de animadores de fe presididos por el obispo diocesano
21
jóvenes participan de esta iniciativa que ha abordado, en el Hogar
La Salle, aspectos tan diversos como los relativos a cristología,
credo, animación u oración
Los
alumnos se formaron en temas tan diversos como cristología, credo,
snimación de fe, oración... algo que posteriormente deberán
trasladar a sus distintos grupos.
Entre
los ponentes se contó con monsñor José Mazuelos, obispo de la
Diócesis de Asidonia-Jerez; Lorenzo Morants, consiliario scout
diocesano; Carlos Redondo, Delegado de Pastoral Juvenil; Gabriel
Rubio, subdelegado de Pastoral Juvenil; Emilio Herrero, miembro de la
Permanente de Fe del MSC en España; Josechu Rodríguez, presidente
de la Federación Andaluza de Escultismo Católico; Antonio
Moreno, subdelegado diocesano y Manuel J. Picado, animador de fe
diocesano.
El
curso ha contado con un total de 21 alumnos provenientes de todas
partes de Andalucía,(12 de nuestra diócesis) que han vivido
momentos de formación, oración y eucaristía juntos por Cristo y en
Cristo.
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Para
más información:
Gabriel
Álvarez, delegado diocesano MCS
Tlfno.-
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Mail.-
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